SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL COMUNISMO POR PARTE DE LA CLASE OBRERA DE NUESTRO PAÍS.

Enrique Velasco

Las ciencias de la naturaleza y las ciencias de la sociedad.-

 

La ciencia ha realizado grandes avances en el sector de la física y la química y son esos conocimientos, principalmente, los que se han aplicado a la producción material de bienes.

No tiene comparación con el campo de las relaciones sociales, donde su penetración ha sido tardía y muy irregular.

Hemos visto más arriba que cada ciencia, cada campo sectorial de la ciencia, se ocupa sólo de un aspecto de la realidad que contempla (la pesantez, la gravedad, en el caso del zapato en el ejemplo empleado), ni su color ni su forma tenían relevancia en el caso, sino el hecho de presentarse como un cuerpo que pesa. Para estudiar el concepto de gravedad, solo nos interesa si un cuerpo pesa, haciendo abstracción de sus demás características, que sí interesarían a otra rama de la ciencia.

Las ciencias aplicadas a la producción, la física y la química, principalmente, contemplan cada una el aspecto particular que han seleccionado para formar su objeto de estudio. Las propiedades de la materia y la energía en tanto que son medibles, la física, y la composición de las mismas, por parte de la química.

Pues bien, a lo que llamamos la producción, además de ser contemplada desde el punto de vista de las ciencias citadas, puede ser considerada desde el ángulo de las relaciones que, en el seno de la misma, se establecen entre los individuos que en ella participan. Es decir, puede ser objeto de las ciencias sociales.

En el periodo que estudiamos, la producción ha sido considerada, sobre todo, como el escenario en que se han producido enormes avances técnicos, es decir, espectaculares aumentos en la producción (masa total de bienes producidos) y en la productividad (cantidad de productos elaborados por hora de trabajo y trabajador). Y ello en base a la aplicación a los procesos de trabajo de los principios de las ciencias naturales señaladas.

La aplicación de los principios, de los conceptos, de las ciencias sociales a la producción han sido escasos; entre otras razones porque las ciencias sociales, a su vez estaban muy poco desarrolladas.

La sociedad, considerada en su totalidad, y la producción como una parte de ella, en los tiempos a que nos referimos, han sido ampliamente objeto de la religión (que ha tratado sobre su origen, su fin, sus reglas, sus jerarquías, castigos, premios, ¡todo!), de la literatura (teatro, poesía, leyendas, romanceros), de los grandes sistemas filosóficos (la naturaleza humana, la razón, la ética, el hombre como ser social), de la llamada sabiduría popular, sentido común o filosofía de los pobres.

Como vemos, pocos conocimientos derivados de una práctica y una reflexión científica. Poca recogida de datos, desde una criba previa del ángulo escogido para su separación de los demás aspectos, y sobre los mismos una imaginativa hipótesis, con las consiguientes correcciones críticas de los demás observadores, y de los nuevos aportes de la práctica.

Poco de esto constaba en las bibliotecas y archivos, y poco de ello llegaba al naciente movimiento obrero, y sí mucha religión, mucha moral, mucha literatura, mucha filosofía, todo ello producto e invención de los amos. La sabiduría popular, o es un subproducto de lo anterior, o procede de su propia práctica social, es decir, el mando visto desde el sometimiento y la ignorancia, que a lo que más enseña es a adaptarse lo mejor posible a las condiciones reales existentes.

Las primeras consideraciones escritas sobre la producción y el trabajo, y su papel en el conjunto de la sociedad, que no fuesen moralistas, religiosas, literarias o filosóficas, aparecen en Francia. A partir de considerar que el trabajo productivo era el de la agricultura, principalmente, y todo lo demás, trabajos improductivos, se coloca en el escenario público, por primera vez la necesidad de disponer de un concepto manejable de lo que sea el trabajo, la producción y su función en la sociedad. Producir riqueza nueva en una sociedad no lo hace más que la agricultura, los demás trabajos no crean bienes nuevos, no hacen más que modificar la riqueza ya existente. Así lo entienden.

Porque ¿qué es la riqueza?, pregunta un profesor escocés que formó escuela. En qué consiste el hecho de que haya naciones ricas y naciones pobres. Cómo se crea y en qué consiste la riqueza de las naciones. Se trata de un profesor acostumbrado a trabajar con ideas abstractas, con conceptos y entra de lleno en este terrero en barbecho con sus intenciones de trabajar como se trabaja en el terreno de las ciencias naturales, entonces en pleno desarrollo ya.

Unas décadas más tarde otro estudioso, inglés éste, prosigue el camino de su paisano británico con la intención ya manifiesta de utilizar en su investigación el camino, el método que se sigue en las ciencias naturales. Se da la particularidad de que él es un gran conocedor de las ciencias naturales (geología, química...) y por tanto, habituado al método científico, es decir, a la manera de producir los conocimientos en las ciencias naturales. Ahora se propone aplicar este método a las ciencias sociales.

Estos dos pensadores, como cabezas más sobresalientes de todo un grupo de estudiosos formaron lo que se conoce como la escuela clásica de economía en Inglaterra.

Unos años más tarde un grupo de estudiosos (filósofos) alemanes,  partidarios de la escuela filosófica que en este país partía de la convicción de que la realidad no es sino una copia imperfecta de la idea, y que el camino del progreso humano consiste en ir acercando esta realidad a su modelo ideal. Este grupo inició un giro en su pensamiento que desembocó en que la idea no era la perfección hacia la que había de correr la realidad, sino que, por el contrario, era la realidad el fundamento de la idea; las ideas son producto de la realidad en que han nacido, y no al revés.

Uno de los estudiantes de este grupo, partiendo de este punto, se separó de ellos y comenzó lo que para él era un camino desconocido. Había estudiado derecho y filosofía y en ambas materias había manejado la palabra realidad con mucha frecuencia, pero lo cierto es que no conocía aquello que en sus estudios se llamaba realidad. ¿Cómo debería estudiarse la realidad? ¿Quién habría estudiado antes que él esa realidad que desconocía?

Este joven recorrió repetidamente Alemania, su país, Francia e Inglaterra. En los tres países estudió, se documentó, y, al mismo tiempo, participó en las actividades del todavía joven movimiento obrero europeo.

En Alemania aprendió filosofía, en Francia e Inglaterra estudió en profundidad las obras de los pensadores a los que hemos hecho referencia, y en los tres países tubo un excelente escuela de práctica y teoría política. Es decir, acabó encontrando el camino del conocimiento de lo que los filósofos llamaban la realidad; lo que andaba buscando.

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